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La importancia de desconectar para la salud mental

El ritmo frenético y las vidas atropelladas que llevamos hoy en día hacen que nuestras mentes acaben saturados y llegue un momento en el que ya no tenemos fuerzas para seguir. Por eso, es importante controlar nuestros ritmos de vida, para que estos no nos controlen a nosotros. Para el ser humano es muy importante mantener el equilibrio mental y muchas veces nos obsesionamos con hacer cosas todo el rato, con ser productivos, en trabajar mucho, en mejorar como personas. Y se nos olvida parar.

Desde pequeños nos hemos acostumbrados a no parar: del colegio vamos a las clases de inglés los lunes y miércoles y después particulares para no bajar el rendimiento en clase Los martes y jueves entrenamiento de baloncesto, los viernes estudiar e ir a atletismo, los sábados partido de baloncesto y los domingos recoger la casa y cotillear las redes sociales. Nos hemos grabado a fuego la frase de “en esta vida hay que ser productivos”. Incluso hay mucha gente que piensa que si uno para está desaprovechando el tiempo. Para más inri, cuando decidimos parar y tomarnos un descanso porque lo necesitamos, nos sentimos mal.

Asimismo, muchas veces le llamamos “desconectar” a entrar en internet y estar en las redes sociales y no nos damos cuenta que no estamos desconectando de todo. La exposición a las redes sociales nos obliga a estar en alerta constantemente y el exceso de información que asumimos cada día dificulta el descanso mental.

Se nos olvida que para el ser humano es necesario mantener el equilibrio mental. El psicólogo W.B. Cannon introdujo este aspecto y lo definió como “homeostasis psicológica”. La homeostasis es la tendencia general de todo organismo al restablecimiento del equilibrio cada vez que este es alterado. Estos desequilibrios internos son conocidos popularmente como “necesidades” y desconectar es una de esas necesidades vitales que tenemos. Si no le prestamos atención y dedicamos tiempo a la desconexión nuestra salud mental sufrirá.

La psicóloga Elena García Ozores, cuenta que a su consulta, la mayor parte de las veces, va gente que dice “necesito parar, pero no me lo permito porque parece que si no produzco no estoy haciendo las cosas bien”. García Ozores cuenta que ese pensamiento es normal y debido al lema universal “sé productivo” surgen la culpa y el arrepentimiento por estar un momento sin hacer nada.

“Cuesta mucho educar a las personas en esto porque mentalmente nos sentimos mal, pero se puede hacer. En la consulta con la gente muchas veces dejamos de hacer, dejamos de producir, intentamos enseñar a no meter horas extras... En definitiva, a intentar regular la actividad cotidiana para no sentirnos mal”, desvela la psicóloga. Es más, asegura que si una persona aprende a gestionar cuando parar se reduce el estrés y la angustia.

Consejos para desconectar

Entonces, ¿qué debemos hacer para intentar desconectar de vez en cuando? Susan Biali da algunos consejos en su libro Live a life you love para conseguir desconectar de la vorágine que supone el día a día. Lo más importante en todas estas actividades es no depender del móvil, ni realizar tareas que necesiten de un esfuerzo mental enorme.

Hacer una correcta gestión del tiempo: Los expertos recomiendan buscar estrategias para poder coger aire cuando sea necesario. Desconectar de todo con alguna actividad como meditar, o hacer algún deporte o actividad que nos obligue a estar concentrados solos en esa actividad es la clave. Sin móviles, e incluso sin gente. Para sacar tiempo para estas actividades lo mejor es gestionar bien el tiempo durante el día, y dentro de ese tiempo dedicarle una hora a desconectar.

Huir de los lugares que ves en el día a día:  Es recomendable buscar el sitio ideal que sirva para descontextualizar a cada uno de su vida cotidiana. Es decir, un lugar en el que no solemos estar durante la semana. La doctora aconseja ir a algún parque u otro entorno natural para sentarse en un banco y contemplar lo que está sucediendo alrededor.

La playa, el río o un lago también están bien para absorberse de todos los pensamientos mirando la corriente o las olas y sentir el viento. Al igual que ver pasar las nubes o mirar las estrellas de noche también son dos buenas ideas para desconectar al aire libre.

Desconectar en casa: También es posible desconectar dentro de casa. En este caso Biali explica que lo mejor es poner música a bajo volumen, tumbarse en el sofá y dedicarse simplemente a escuchar la música. Eso sí, especifica que es importante no quedarse dormido porque, aunque la siesta también sirve para relajarse, no es el objetivo de este ejercicio. Asimismo, para desconectar desde casa también sería útil sentarse al lado de una ventana y limitarse a mirar lo que ocurre en el exterior.

También es posible desconectar yendo a una cafetería, pero es importante no tener nada que leer, ni mirar el móvil y dedicarte solo a no hacer nada. Solamente tienes que concentrarte en tomar un café y disfrutarlo sorbo a sorbo hasta que uno se canse de estar ahí o vea que ya ha tenido suficiente.

En el transporte público: El transporte público también puede ser un lugar idóneo para relajarse. Aprovechar el viaje en metro, tren o autobús para sentarse y dedicarse unos minutos a no hacer nada. Biali comenta en su libro que es imprescindible no llevar nada para leer ni trabajar, el ejercicio se basa en concentrarse en mirar alrededor.

Ejercicios de relajación muscular: Hacer ejercicios de relajación muscular también sirve para reducir el estrés. Esta actividad consiste en tensar y destensar los músculos mientras respiras profundamente. Al inhalar, tienes que contraer los músculos. Puedes elegir tensar los brazos o las piernas, lo que prefieras. Después, cuando expulses el aire tiene que relajar los músculos.

Puedes ir poco a poco pasando de un grupo muscular a otro. Puedes empezar por los brazos, luego las piernas y acabar con el tronco. Dedicarle 20 minutos al día a la relajación muscular progresiva de lunes a viernes durante seis meses ayuda en los niveles de cortisol (la hormona del estrés).

Colorear: No es broma, puede parecer una cosa de niños. Sin embargo, esta actividad en los adultos sirve para reducir los síntomas de la depresión o la ansiedad. Da igual lo que pintes o si sabes pintar o no. El objetivo no es convertirse en Van Gogh, el objetivo es despejar la mente y centrar la atención en una actividad sin pensar en nada más.

Fuente: La Vanguardia

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